La obra pictórica de Viktor Martínez integra elementos matéricos de diversos peculiaridades. Habiendo elegido el concreto y la hoja de oro como sus principales medios, su técnica retoma los elementos tradicionales del dibujo que a modo de bocetaje, delínea la figura humana o animal desde su carácter emocional, absorto del entorno en que se circunscribe dentro de cada obra. En esta intención, el retrato confirma el contraste entre sujeto y mundo, en cuyo vínculo aparece la tensión de su correspondencia; el propósito de unir los materiales de calidad y valores completamente opuestos, refuerza la impresión de escenarios abruptos contrapuestos a la absorción que muestra cada diseño.
Escribe Viktor sobre su pintura:
En ocasiones, el color no es el componente esencial para delinear emociones. [Pareciera que] sin él, la obra pictórica se turba y palidece lo suficiente como para lograr la neutralidad en los acentos.
Mi imprimatura de polímero y cemento me ayuda a no partir de una base blanca; inicio la obra desde un gris neutro que muchas de las veces termina siendo el fondo permanente de la obra . El resultado es tan llano como el concreto mismo.
Un cuadro imprimado de esta forma da la apariencia de un muro en obra negra, factor que genera una ausencia muy diferente al de un lienzo blanco. Es como “llenar” el vacío con una atmósfera de austeridad, una sensación poco pretenciosa y al mismo tiempo el más adecuado “telón de fondo”; posibilita la unificación de los entornos y hace desaparecer las emociones y arrebatos de la fe.
Hoy en día – y para mí- la imprimatura gris como fondo se ha vuelto un paradigma filosófico. Más que un simple background de pintura, éste actúa como una pregunta constante, hasta que “logro llenar” el vacío que contiene. La conciencia de que he de ocupar los espacios con vicios y redenciones me persigue constantemente. Quizás por ello mi obra deambula entre claras dualidades: la carne envilece al amor, la deidad se enloda de barro, la fatalidad persigue la fe, etc.; por eso la utilización de la hoja de oro es fundamental en mi trabajo. Ésta incorpora la luminosidad que me hace falta, el acento y los valores agregados.
La hoja de oro es también un poco de ese encabronado “camino amarillo” que deja entrever el propio destino. También pudiera ser la parte más emotiva de mi persona, sin embargo toda ilusión tropieza más de una vez; son montones de espejismos y fractales de confusión. La hoja de oro es el paso directo a lo espiritual, quizás al materialismo puro. Es un recurso que lo mismo denota espiritualidad que ambición, y es también la suerte del gambusino, ese que quiere cobrar cheques a diario y no vivir hipotecado. Es el triunfo de la abundancia sobre la austeridad. El triunfo de la avaricia sobre el alma espiritual. Un cuchillo de doble filo con pase directo a la elevación o a lo superfluo y mezquino.

